jueves, 8 de mayo de 2014

Suban los rascacielos


Manos de fuego y cobre
remueven las entrañas de la tierra.
No hay piedad que obre
cuando el extraño yerra
a los hombres nacidos de la Sierra.

Ni un segundo o respiro
son los que nada tienen, nada son.
De lejos los admiro
mezclar el hormigón;
destruyen, forjan sin saber razón.

“Suban los rascacielos
que ahí respiraremos aire claro,
se acabarán los celos,
ya no habrá desamparo.
El mundo de allá abajo es cruel y avaro.”

Legal


Ese ilegal transpira
el miedo que sus ojos no transmiten,
su casa al fuego tira
y espera que lo imiten.
Esos que anhelan: que mejor transiten.

Esa ilegal parece
punta de tierra que penetra el mar;
las almas reverdece
y revive, al andar,
al hombre que es viajero y palidece.

Este ilegal se mueve
hacia una bahía inexplorada,
se da cuenta que llueve,
mira la encrucijada:
comparten una igual vida frustrada.

Ya van a saber a quién


Alzas la frente al destino,
caminas por la maleza,
portas tu naturaleza,
dama de poco vestido.
Quiero decir y no quiero
porqué yo me desespero
cuando invitas a los hombres
a que adivinen tu nombre
bajo aquel escote austero.

¿Será que tu vida escondes
para sentirte anhelada?
Aunque te sabes castrada,
a cierta hombría respondes.
Ya van a saber a quién
debo el embuste infiel;
si fui cazador o presa
yo no lo sé con certeza
-y por no fijarme bien-.

Porque si digo a quien quiero,
decir a quién quiero bien
será imprudente también.
Me arrastró, amor embustero,
y no me pude rehusar
cuando comenzó a lanzar
anzuelos desde su barca.
Me mostró conciencia parca,
no dio tiempo pa’ pensar.

Segundo


Fugaces vidas:
en la madera terca
todas perduran.

Una blancura,
vacía de sentido,
envuelve la sala.

En mi tierra


Brota la vida
de manantiales secos
lejos de aquí.

Las mujeres fecundas
se cuelgan de los árboles.

Sembró la raza
breve conciencia de una
muerte ulterior:

mujeres con coronas
y un florido cadáver.

Densa


Densas lagunas
oro negro profundo,
son tus pupilas.

Cuerpos de hormigas,
arrancados, nerviosos;
miran lejanos,

brillan de oscuros;
con desvergüenza óptica:
anidan dolor.

martes, 31 de julio de 2012

Posdata para Amado


Amado, me quedo pensando en el significado de tu nombre, en tu familia, en porqué no quieren hablar de tu asesinato. Han pasado ya varios años de tu muerte, la herida debe seguir abierta, el silencio como fruto de la impunidad. Pensando en cómo iniciar a contar tu historia, si éste fuera un homenaje para mi, me pregunto ¿qué me gustaría que destacara el autor?

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Amado Ramírez Dillanes, corresponsal de Televisa en Acapulco, Guerrero. Naciste en Oaxaca. De tu pueblo, Tlacamama, saliste rumbo a Acapulco aún siendo un niño. Estudiaste en la Ciudad de México para después regresar al puerto que te vio crecer y ser uno de los primeros periodistas licenciados en la localidad.

Hace más de cinco años fue seis de abril del 2007, el día en que te asesinaron. Tenías 50 años, más de una década trabajando como corresponsal, toda una vida dedicada al periodismo. En 1990 eras el reportero estrella del periódico local Novedades, habías trabajado en el Fideicomiso y como jefe de prensa del Instituto Mexicano del Seguro Social del estado, para después elegir la corresponsalía de la televisora en el puerto turístico.

Eras de los periodistas “más activos”, concuerdan tus ex compañeros de trabajo. Al señalar tu carácter te describen como “chambeador”, “súper movido”, “trabajador”.

Y lo eras. El día que te mataron Amado salías del edificio Nick, ubicado en la calle La Paz de la colonia Centro en Acapulco, después de conducir como todos los días junto con Misael Habana el noticiero de radio “Al Tanto”.

Era viernes santo y las calles del zócalo del puerto estaban llenas de turistas. Los testigos del crimen describen un asesino de aproximadamente 25 años, alto (1.80 metros), que te esperó. Subiste a tu automóvil, lo encendiste y te disparó.

Se escucharon seis disparos y un hombre gritó: “Para que no te vuelvas a meter con nosotros”, declaró Omar Palacios. Jesús Avilés Clemente también escuchó los disparos cuando caminaba por las calles José Azueta y La Paz, confirmó ver a un hombre guardándose la pistola debajo de la ropa. Lo mismo dijeron los hermanos Rodríguez Priego, ellos vieron un joven correr que intentó esconder el arma mas “le quemó el cañon”. Lo anterior según las declaraciones primarias del expediente 87/2007-2

Mientras tu asesino huía caminando Amado, tú saliste del vehículo, agonizaste por minutos y falleciste en la entrada del hotel California. Otra versión habla de que el asesino te disparó por segunda ocasión en la espalda y te remató a la entrada del hotel. Los agentes del ministerio público encontraron seis casquillos percutidos calibre .38 súper.

Tu ex colega Erick Miralrío sostiene que él y su compañero del Periódico El Sur fueron los primeros en llegar a la escena del crimen: “Cuando llegamos estaba vivo todavía, después los paramédicos lo cubrieron con una manta. La mayoría de la gente que estaba ahí eran turistas. Poco a poco fueron llegando los reporteros, unos lloraron, otros se preguntaron porqué. Yo creo que nadie lo podía creer”, recuerda.

Tu cuerpo Amado, fue cremado. Tus cenizas esparcidas en el mar por tu esposa y tus dos hijas.

La Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada descartó atraer tu caso, para ellos no existían evidencias de que el crimen organizado estuviera involucrado. Y luego, el 10 de abril, la Policía Federal  detuvo a dos sujetos presuntos responsables de tu asesinato. Se les encontró un revólver del mismo calibre con el que te mataron. Señalaron a Genaro Vázquez Durán como tu asesino. 
Leonel Bustos, su acompañante, lo incriminó al declarar en su contra.

¿Sabes? En la investigación se siguieron cuatro líneas: asunto pasional, narcotráfico, grupos guerrilleros y tu actividad profesional. Las pruebas hechas a la pistola encontrada a los presuntos responsables determinaron que no fue la misma arma utilizada en tu asesinato. Ningún testigo de la primera declaración volvió a presentarse.

¿Sabes? Acerca de los detenidos, en enero de 2008 el Ombudsman nacional, José Luis Soberanes, ordenó investigar la tortura e inconsistencia de testimonios. Vázquez Durán negó conocerte, pues trabajaba en Estados Unidos desde hacía 17 años.

¿Sabes? Acerca de la condena, en marzo del 2009 el juez José Jacobo Gorostieta, determinó un móvil pasional y sentenció a 38 años de prisión a Vázquez Durán por tu asesinato. Un año después el Primer Tribunal Colegiado le concedió el amparo y ordenó la reposición del proceso. Esto no se hizo porque no se encontraron a los testigos.

Tu compañero Aurelio Peláez intuye que tu asesinato estuvo bien planeado: “La oficina de Amado está en pleno zócalo. De donde lo mataron a unos 100 metros está un ministerio público con judiciales, es una zona muy vigilada en teoría. Debió haber sido una cosa muy planificada para que un carnicero solito lo haya hecho.”

¿Sabes? A la fecha tu asesinato se contabiliza como el segundo de un periodistas durante el sexenio de Felipe Calderón. Tus colegas y familiares siguen exigiendo se investigue y resuelva tu caso.