martes, 29 de junio de 2010

Velándote

Velándote me encuentro detrás de tu reflejo. Esperando una sensación verdadera que permita respirar a mis mezquinos pulmones. Tranquila, bajo la lluvia que cae pero no sensibiliza. Las palabras astutas escurre por tus labios, revelando lo dicho mil y un veces, incapaces de ser sustanciales a mi oído.
Te recuerdo, como todo lo intocable que pasa por este camino terroso y abandonado. Son imágenes nada más. Encuentros que no debieron suceder. Errores que revivo todos los días, cuando despierto sin saber por qué o para qué, con la sola necesidad de hacerlo. Lo cotidiano me vuelve a sumergir en su regazo para seguir velándote.
Incoherencia viene y me toma de la mano. Tú pasas de largo y Godot se hace presente. Saluda cínico porque sabe que me enloquece la idea de citarte y repetirme. Continuidad de ideas falsas, que se estancan y se arrastran moribundas unas a otras, cansadas de renacer y extender sus raíces, como la luz por las mañanas que me detesta y chinga.
Personas como tú no deberían morir. Sus cuerpos podrían ser la eternidad encarnada y este mundo sería mucho más justo y digerible. Antes de marcharme vigilaré para que todos me olviden, porque lo que queda, lo que permanece, se lamenta más que lo que se ha ido.

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